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#1

La familia Mota Espinal

La rueda de la vida

 

Por Graciela Azcárate

 

 

 

 

El primer golpe de Estado que tuvo efecto en este siglo XX, no fue de tipo popular...

La decisión de llevarlo a cabo sólo partió de las alturas. De una parte del Gobierno que se sublevó contra la otra mitad. El pueblo pagaría bien caroeste error. En muchas de sus casas reinaría el llanto y el luto, pese a su inocencia, víctimas de un caudillismo inexplicable.

Dr. Julio Genaro Campillo Pérez

 

Altagracia Castillo,  decidió que más allá de las guerras, los desafueros machistas y los sobresaltos entre caudillos, la vida de los suyos llevaba otros caminos y que ella prestaría oídos y corazón a lo que desde el más allá le dijeran. Le hizo caso a su corazón, a sus muertos y a los aparecidos que le hablaban en sueños, que en noches turbulentas se sentaban en su cama y le contaban el desconsuelo de los suyos  en el otro mundo y presagiaban desgracias para los meas desvalidos.

Era prima hermana del Gral. Manuel de Jesús Castillo, importante político y guerrero y como él, fue una mujer de coraje.

Había nacido  a mediados de 1840 y de su matrimonio con José Santana, sobrino del general Santana tuvo  ocho hijos: Mateo, Clara, Esteban, María nacida en 1875 y muerta prematuramente en 1917, Rosendo, Amalio, Felix , José y Luis.

En la época del cambio de siglo,  en el mundo del campesino dominicano, el mundo sobrenatural era quizás de igual  importancia que el real, y los embrujos y  la voluntad de los fallecidos, eran tomados como naturales.

" Anoche vino mi compadre Fulano", decía Altagracia Castillo, " la cama crujió al sentarse él a mi lado y me dijo...." y todo el mundo sabía que el desdichado compadre se había muerto hacía muchos años atrás. Las dos familias Santana-Espinal y Castillo abundaban en los relatos sobrenaturales,  tal vez influenciados por vivir rodeados de ingenios azucareros y de  sus obreros haitianos y caribeños, presenciaron varias veces "cosas" que ni siquiera ellos podían explicar.

La hija María casa con con Adriano Mota con quien procrea  ocho hijos. Rosario nacida en 1891 y muerta en 1979, Julieta que murió en Cuba, Berta  murió en Guatemala, Ana Aracelis nacida en 1900 y muerta en 1979, Adriano  llamado Papasito nacido en 1908 y muerto en 1990, María Luisa nacida en 1913, muerta en 1993 casaría con Andrés Julio Espinal y será la madre de Ligia Espinal Mota, Altagracia nacida en 1914 y muerta en 1991. Esta será la célebre Tatica, que heredó de su madre la manía de hablar con los muertos, de encontrar doblones de oro del siglo XVIII, de pelear con espíritus malévolos y  abandonar una casa porque  le amenazó la vida de sus hijos.

Al morir prematuramente  María Santana, los ocho hijos  procreados con Adriano Mota, fueron llevados con distintos familiares.

Pero María , era un espíritu lleno de vida y era ademeas digna hija de su madre. Y si en vida se había enfrentado a la soldadesca  para salvar a su hermano, de muerta intervino de manera decisiva en la vida de su hija Luisa.

Algunos meses después del fallecimiento de su madre se hallaba Luisa en el ingenio Consuelo con su tío Felix y la familia. Pero la niña de cinco años extrañaba a su hermana Tatica que había quedado en San Francisco de Macoris con el tío Luis Santana y la abuela Altagracia.

Una mañana muy temprano, cuando todavía desayunaban los niños, oyeron trotar de caballos y vieron acercarse a la abuela , envuelta en cerrado luto y a su peón Bayaguana precediéndola.

Altagracia Castillo, que entonces tenía más de setenta años, galopaba su yegua, vestida de riguroso luto, que nunca se quitó,  toda una aparición de anchas faldas y largos velos vaporosos, acompañada por su criado Bayaguana, las dos cabalgaduras al galope entre los cañaverales.

La visita los sorprendió a todos, pero después de tomar el café, Altagracia declaró que había venido a llevarse a su nieta Luisa. En sueños su hija María le avisó que la pequeña lloraba y estaba muy triste.

" Amanecí claro" dijo y al primer canto del gallo mando ensillar la yegua y partió al viaje que casi duraba dos horas. Nadie osó discutir la autoridad de la aparición de María , y así partió Luisa definitivamente para Macorís, llevada en la grupa por Bayaguana.

En el baho caliente de los cañaverales del Este queda fija la imagen en el tiempo: dos cabalgaduras galopando entre cañaverales verdes y lujuriosos. Una anciana, aguerrida, cargada de años y pesares, pero inclaudicable con los suyos. La pequeña, se entrega cónfiadamente a los brazos y el cuidado de una abuela mayestática.

Sus piernas bronceadas sentían el sudor del caballo, sus largas trenzas le azotaban la espalda, una brisa caliente le soplaba en la cara y delante de ella la abuelita "cerrada de negro", indómita y valiente sobre su yegua.

Y como en rueda de los juegos infantiles, se da la rueda más hermosa y se dan la mano a través de los años cuatro generaciones de mujeres: la abuelita enlutada, la madre muerta tan joven, la nieta tan pequeña todavía y la bisnieta, Ligia Espinal Mota que a través del recuerdo, la memoria, la historia y la literatura ha querido dejar testimonio de estas pequeñas historias del terruño.

 

 

 

 

#2

Familia Espinal Mota

Como Ursula Iguarán

 

Por Graciela Azcárate

Son papeles importantes- dijo.

- Nada de eso, dijo el coronel.

Son cosas que se escriben

para uno mismo.

-Entonces- dijo ella- quémelos

usted mismo, coronel.

Gabriel García Márquez, Cien años de soledad

 

Ligia Espinal Mota, nacida en 1937, bisnieta de Altagracia Castillo , hija de Andrés Julio Espinal y esposa del historiador holandés Harry Hoetink nació y creció en el amor por las cosas viejas dominicanas.

Desde su más tierna infancia, le inculcaron el interés por los acontecimientos históricos en los cuales se había visto inmersa su familia, el respeto por el afecto recibido, las confidencias, fotografías y recuerdos sentimentales en los cuales no sólo quedaba graficada la historia de dos familias, sino buena parte del siglo XX en el Caribe.

Su esposo Harry Hoetink en el libro El pueblo Dominicano fue dando el tono donde se conjugó la dedicación de algunos parientes como Rosita Santana, las hermanas Carvajal, Rosario Mota, Tatá Espinal, Altagracia Castillo, Altagracia(Tatica) Mota, Belén Medina Penson, Lic. Tomás Espinal Rivera y el Dr. Yúdex Hasbún Espinal.

 Se refiere a las familias Espinal de San Cristóbal y Santana de San Pedro de Macorís,  pero es más bien una crónica sentimental, donde como Virginia Wolf descubre que, cuanto más indaga sobre el pasado de sus mayores más puede explicarse así misma.

Entre 1897 y 1904, es decir  el año y medio antes de la muerte del Presidente Ulises Heraux, que termina en junio de 1904 al juramentarse como Presidente el Gral. Carlos Morales Languasco, tiene lugar las actuaciones políticas militares  de más relieve del Gral. Esteban Santana y la familia Espinal Pérez de San Cristóbal queda sólidamente conformada.

El auge azucarero del último cuarto de siglo XIX, tuvo como consecuencia el crecimiento de los pequeños pueblos  sureños y orientales. San Cristóbal y San Pedro de Macorís con sus correspondientes ingenios, no sólo crecieron económicamente sino que acogieron un gran número de migrantes procedentes de otras regiones del país. El Cibao decaería y la historia de ambas familias se daría en el contexto de la nueva región azucarera.

Grandes  inmigraciones de canarios, peninsulares, árabes, curazoleños, puertorriqueños y cubanos vinieron como técnicos para los nuevos ingenios y muchos de ellos entran a  formar parte de ambas familias.

Las familias van a vivir en el anonimato, confundidas en la vasta clase media, que Juan Bosch describió como "decente", "honrada" y "buena". Y si bien no pudieron acceder a la recién nacida élite nacional como cónyuge o compañeros sociales, sí en cambio existieron relaciones afectuosas de compadrazgo, de política, económicas y médicas con la burguesía. Eran propietarios de terrenos en sus respectivas provincias y de sus casas familiares. Poseían modestas herencias de prendas, de algún oro, de libros, de alguna imagen religiosa. Casi todos sabían leer y escribir y algunos como Félix Santana eran excepcionalmente bien educados.

De la memoria oral surgen figuras como el ex presidente de la República Manuel de Regla Mota, José Santana( sobrino del  Gral. Pedro Santana), Juan Isidro Pérez, el "Ilustre Loco", en cuya casa se fundó la Sociedad " La Trinitaria", o las grises y estilizadas tatarabuelas evocando nombres cariñosos como "Mamela Pérez" o aguerridos como " Mamita " Castillo.

Zacarías Espinal había nacido en las Islas Canarias en 1837. Fue el firmante del Acta de Independencia después de la Restauración y Comandante del Cuerpo de Serenos hacia 1897. Estaba casado en segundas nupcias con una inmigrante holandesa, de nombre Berta.  Los tres hijos habidos con su primera esposa, Aurelia Rodríguez, habían abandonado el hogar paterno y  fundado sus hogares.

Rodolfo, Miguel y Aurelia respectivamente. Sin embargo el viejo Zacarías seguiría frecuentando a su hijo Rodolfo.

Rodolfo Armando nacido en 1863 y muerto en 1925 casa con Manuela María Pérez Domínguez, nacida en 1865 y muerta en 1943. Será la maestra mencionada por Hostos en una escuelita con cuarentidós alumnos.

Sus hijos, Beatriz América, Altagracia, Luisa María, Antonio Manuel Manuel Antonio, Manuel Zacarías, Rafael Virgilio y Andrés Julio nacido en 1903 y muerto en 1983 y que casó en 1936 con María Luisa Mota.

Entre tanto en San Pedro de Macorís, Altagracia Castillo era una mujer de más de cincuenta años, viuda desde hacía unos cinco años, y rodeada de un tropel de hijos y nietos. Su hija Clara se había casado con un capitaleño de buena familia. Su hija María también residía en la capital casada con Adriano Mota y una numerosísima prole.

De los varones, Mateo había casado hacía años y sus hijos eran contemporáneos de los hijos menores de Altagracia: Luis y José. Rosendo y Amalio, ya hombres iban a darle dos nietos naturales, Elenita y Amalito. Esteban estaba recién casado con Celia Carvajal. Solteros le quedaban en la casa, Félix, José y Luis.

Altagracia, que para esa época estaba llena de vigor y entusiamo, viajaba a menudo a la capital en las goletas que capitaneaba su hijo Mateo. Con cincuenta años, su figura de hábil amazona delgada y esbelta, su amplio traje negro de viuda, completado cuando salía con un sombrero negro y su amplio velo, estaba en el apogeo de sus energías vitales y en un momento floreciente de la familia.

Para esa misma época los hermanos Santana se habían establecido en la capital y sin duda conocerían al jefe de Serenos, aunque sólo fuera de vista y no es imposible que Zacarías los conociera, porque se movían en un ambiente similar y en los barrios de San Carlos, la Misericordia y Ciudad Nueva.

Era oriunda del Este y emparentada con las familias Frías y Sosa, prima hermana del Gral. Manuel de Jesús Castillo( Lico), nacida en el pueblo de Los Llanos.

 Su esposo, José Santana, era del Seybo, sobrino del Gral. Pedro Santana. Altagracia recordaba la  guerra de la Independencia, aunque era muy niña. La familia se radicó en San Pedro de Macorís en el último tercio del siglo XIX, cuando llegó el auge azucarero a ese pueblecito.

 Tuvo nueve hijos y los crió ella sola, era mujer de temple y coraje. "Doña Tata era una vieja de montar a caballo", decía Rosa Blanca Carvajal, excelente administradora de sus propiedades, que recorría en su propia yegua, acompañada del fiel Bayaguana.

Tenía ideas liberales en el sentido de que quiso que sus hijas aprendieran "letras"; ella misma no había aprendido a escribir y leer por oponerse su padre, Manuelico Castillo, aduciendo que si las mujeres sabían leer, se les llenaba la cabeza de mariposas con las novelitas románticas.

Tuvo a su cargo dos nietas: Luisa y Tatica Mota en los años veinte, y las hizo asistir religiosamente al colegio.

Hijos y nietos fueron criados con disciplina y rigor y no faltó hijo que no estuviera marcado por algún latigazo.

Vivió más de cien años, lúcida, fuerte y de gran corazón.

En 1947 Ligia Espinal Mota, que tenía diez años, se moría de risa de su bisabuela, porque lloraba al pasar frente a unos retratos que colgaban en la sala. Eran sus tres hijos muertos en las guerras revolucionarias. Esas muertes habían acaecido cuarenta años atrás. Los años de 1903 y 1904 dieron a Altagracia Castillo un golpe mortal. Perdió en menos de un año a sus hijos, Esteban, Rosendo y Amalio.

"Fue entonces cuando ella se puso así, tan llena de amargura", recuerda Rosa Blanca Carvajal.

Incluso tuvo un amor platónico con el maestro Rómulo Morel. El profesor fue su confidente en asuntos legales y apoyo después de la muerte de su esposo. Sus tres hijos menores encontrarían en él un hombre amante de las letras, que fue un guía dedicado e inteligente que abriría su espíritu y sus horizontes mentales.

Sin embargo la tragedia de 1904 cortaría este lazo romántico y los años porvenir serían una dura prueba para su fortaleza.

Los momentos poéticos de su vida se los daría la nieta mística, hija de Esteban y Celita: La Niña, que la visitaba periódicamente y se sentaba en la mecedora con la abuelita para  hablar de Papá Santana

(Esteban), de las monedas de oro que éste le regaló antes de morir  y que ella guardó durante veinte años hasta que en plena ocupación norteamericana, fueron saqueadas por unos gavilleros.

Le tocó vivir aquellos años de zozobra con dos niñas pequeñas, sus nietas Luisa y Tatica, que la recordaban indomable, arrodillada fregando el piso de madera, ordenando en un oloroso armario de caoba, bien ordenadas las sábanas de hilo bordadas de cuando se casó, y en un inmaculado baúl las ropas de sus hijos muertos: el sombrero de Santanita, el sobretodo de María. De su esposo conservaba un tazón grande de loza para su cotidiano ponche matutino.

Se murió centenaria.Y como Ursula Iguarán, ciega y con el brazo en alto, recorría la cuadrícula de su impecable casita, que más bien era el mapa de un Caribe sentimental y vertiginoso.

 

 

Insert

 

1-Desde su más tierna infancia, le inculcaron el interés por los acontecimientos históricos en los cuales se había visto inmersa su familia, el respeto por el afecto recibido, las confidencias, fotografías y recuerdos sentimentales en los cuales no sólo quedaba graficada la historia de dos familias sino buena parte del siglo XX en el Caribe.

 

2-Entre 1897 y 1904, es decir en el año y medio antes de la muerte del Presidente Ulises Heraux y que termina en junio de 1904 al juramentarse como Presidente el Gral. Carlos Morales Languasco tiene lugar las actuaciones políticas militares  de más relieve del Gral. Esteban Santana y la familia Espinal Pérez de San Cristóbal queda sólidamente conformada.

 

 

3- Grandes  inmigraciones de canarios, peninsulares, árabes, curazoleños, puertorriqueños y cubanos vinieron como técnicos para los nuevos ingenios y muchos de ellos entran a  formar parte de ambas familias.

 

Fotos

1-Nombramiento firmado por Juan Isidro Jimenes confirmando a Esteban Santana en el grado de Capitán. 1902.

2-El General Esteban Santana y compañero de armas del grupo jimenista o bolo. Visten atuendo de revolucionarios. circa 1902. Foto F. Adróver.

3- Ultimo retrato de Amalio Santana, 1904. Dedica la foto a su cuñada Celia viuda Santana.

4-General Esteban Santana vestido de civil circa 1901.

5-Rosita Santana, hija de Esteban Santana y Celita Carvajal. La Niña, circa 1925.

6- Luis Santana, circa 1921. Al dorso le dedica esta foto a su cuñada Celita Carvajal viuda Santana.

 

 

Datos bibliograficos: Autor: Ligia Espinal Mota; Titulo: Vinculos, cronica de dos familias dominicanas en los albores del siglo veinte; Editora:First Hand Publications, Amsterdam, Holanda, 1997; ISBN 90-76076-01-4.