Historia de familia

Historia de familia

La familia De Windt.

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Por Graciela Azcárate.

 

De Curazao a Samaná

 

 

"Nuestras armadas sojuzgan todo mar Océano, y en rumbo son temidos nuestros bajeles; surcamos desde La Habana a las Costas de Tierra Firme(...) en el remate de Cuba y La Española nos temen; les asaltamos sus pueblos y fortalezas, y las fundamos en las islas menores.(...)Si los podemos vencer, sujetar y echar de nosotros, prosigamos la guerra y despídase el tratar de concordia."

 

Respuesta de los diplomáticos holandeses después de la destrucción de la Flota española en la bahía de Matanzas, en 1628.

 

 

Los Países Bajos comprendían Holanda, Bélgica y Luxemburgo, habían pasado a la corona española en la herencia recibida por el emperador Carlos V. Ellas representaban el conjunto de provincias europeas con más desarrollo a principios del siglo XVI.

Carlos V, que había nacido en una de esas  ciudades gobernó aquel país por medio de nativos y no alteró sus derechos y libertades. Muerto el emperador y al sucederle su hijo Felipe II, éste inició una etapa de gobierno impopular que hizo levantar al pueblo holandés en abierta rebeldía.

En 1579, las siete ciudades alzadas, firmaron en Utrech la declaración de independencia, que recién sería reconocida en 1648 con el tratado de Westfalia.

Por larga tradición, los holandeses eran un pueblo marinero.

Además comprendieron que era por mar,  donde debían darle batalla al dominio español.

Nacido el pueblo holandés como estado independiente en los albores del capitalismo europeo, supo aprovechar todos los beneficios y adelantos que en todos los aspectos presentaba la revolución económica que se vivía en esos momentos.

Mientras España se aferraba a métodos feudales, Holanda aparecía como la campeona de las innovaciones capitalistas.

Creó fuertes compañías comerciales y las surtío de navíos fuertes, de gran tonelaje y en número abundante.

La tripulación contó con los primeros relojes exactos, el cronómetro es un invento holandés, además de telescopios, sextantes y mapas en los que los cartógrafos holandeses habían trazado por primera vez paralelos y meridianos.

Combatiendo al lado de Inglaterra y de Francia, los holandeses aprendieron que el camino más fácil a la riqueza tenían que disputárselo a los españoles hacia el Occidente.

La riqueza de América mantenía los tercios que, en Flandes retrasaba la independencia de Holanda.

Los últimos años del siglo XVI piratas, corsos y navegantes holandeses merodeaban en el Caribe y lo mismo que en Oriente se apoderaron de las factorías e islas de India e Indonesia, en el continente americano ocuparon litorales de la Guyana, Brasil e islas del Caribe.

La expedición de Alonso Ojeda  descubrió Curazao, Bonaire y Aruba pero fueron despreciadas y llamadas  "las islas inútiles" porque no poseían oro.

Los holandeses llamados "los carreteros del mar" consolidaron su imperio marítimo en el Caribe y se procuraron una base en tierra firme en el Continente y en las islas del litoral.

El 29 de julio de 1634 , bajo el mando de Johanvan Walbeek, una fuerza expedicionaria holandesa le arrancó Curazao a los españoles.

Desde entonces la sociedad curazoleña se nutrió y conformó de grupos que provenían del Norte de Europa Occidental, en su mayoría protestantes, judíos sefarditas desembarcados de los puertos de Amberes y negros traídos como esclavos desde las colonias africanas.

La práctica negrera  y la esclavitud recién fue abolida en Curazao en 1863.

En ese mar interior que es el Caribe, la península de Samaná se fue conformando a lo largo de los siglos, de cinco aporte  inmigratorios importantes.

La inmigración francesa en la década de 1640 a 1650; la inmigración de españoles, especialmente canarios, para la fundación de la ciudad de Santa Bárbara de Samaná en el año 1756; la inmigración de colonos franceses venidos de Haití, acompañados de sus esclavos africanos, posterior a la firma del Tratado de Basilea, en el año1795; la inmigración de ex-esclavos prodecedente de Estados Unidos en el año 1824- 1825 y una variada y continua migración que abarcó ese mar interior y que se extendió desde 1640 hasta las primeras décadas de 1900.

En Samaná confluyen ncionalidades, creencias, identidades y religiones diversas conformando precisamente por la mezcla étnica una rica tradición cultural.

Samaná será el semillero de los De Castro, Aybar, Pérez, Carela, Hernández, Lavandier, Anadel, Tessón, Gross, Miller, James, Vanderhorst, Bancalari, Beauregard, Bodden, Demorizi, Duquela, De Windt, Baldrich, José, Neuman, Marciaq, Silberberg, Sangiovani, y los Lalane.

De la confluencia de dos islas caribeñas, Curazao y Samaná se nutrirá el árbol familiar de la familia De Windt.

 En la revista de genealogía holandesa "El león holandés" el apellido De Wind, De Wint, De Windt escrito por M. Calmeyer y Otto Schutte, en mayo de 1981 señala que el apellido de Windt proviene de Vlaanderen donde todavía existe el apellido.

En el escudo figura un galgo  que es acompañado por tres hojas de trébol  y que identifica el apellido.

Alberto Henríquez de Windt recupera en 1993 otra versión del escudo que data de 1910, tomado de la revista "De Navorcher" que lo identifica con un galgo y un fondo de seis espigas de trigo.

La tradición oral de la familia registra  el primer De Windt llegado a Curazao a principios del siglo XIX.

Jan Willem de Windt es el fundador del tronco familiar que se ha desarrollado en República Dominicana.

La familia de Windt registra desde 1810, siete generaciones, con 305 descendientes directos, 118 esposos y esposas y un total de 423 personas vinculadas al apellido De Windt.

Jan Willem De Windt llegó a Curazao hacia 1810, después de participar como  oficial del ejército aliado contra Napoleón Bonaparte.

 A su llegada compró la plantación  Land en Zeezicht y casó con una descendiente de la familia Meyer con la que procreó 12 hijos.

El paisaje de su plantación era tan semejante al  escenario de la batalla de Waterloo  donde él participó y donde fue vencido Bonaparte que decidió baautizar su finca con ese nombre.

Uno de sus doce hijos fue Dirk Bernardus quién caso con una mujer de apellido Maduro.

Entre su descendencia figura Hendrik Daniel de Windt,  quien casó con María Teodora Damoe.

Tuvieron 12 hijos, a saber: Pedro Bernardino o Dirk Bernardus que casó con María Marcelina; Helena Paulina, soltera, María Elizabeeth casó con Jan Hendrik Maduro, María Rosalía Buenaventura, soltera; Dorothea Peiternella, soltera; Nencxia Mártir casó con Cornelius Gerardus Hayyen y Laurents Martis casó con Gisjisberta Francisca De Windt.

Dirk Bernardus de Windt nace en Curazao el 20 de mayo de 1837, hijo de Hendrik Daniel y María Teodora.

Casó con María Marcelina el 8 de junio de 1859.

Los hijos de este matrimonio nacieron en la plantación de Noorkandt, en Curazao  y son: German Enrique( 1860- 1950); Josephus Julianis

(1862-1938); Ursula Emelina(1864- 1926) soltera; Hipólito Donat

(1866- 1942); Bernardo Federico (1868-1870) y Eduardo Oratio

(1870- 1947).

Enrique De Windt llega a Santo Domingo, el 1 de septiembre de 1882, el día en que el presidente Meriño coloca la banda presidencial a Ulises Heureaux.

Llega por el puerto de Sánchez  y se dedica a trabajar como tenedor de libros de una compañía marítima de la época que lo contrató en Curazao.

Dos años más tarde la madre María Marcelina De Windt envía a su hijo Eduardo. Este había ganado una beca en Holanda y su madre lo envía previamente a tomar unas vacaciones  en Samaná junto a su hermano.

Don Enrique casa con Ana Cleofe Lavandier, nacida en 1876 y fallecida en 1916, el  22 de septiembre  de 1892 en Samaná.

Ana Cleofé Lavandier era llamada "Perla de Samaná" y era la hija de José Alejandro Lavandier y Josefina Nuñez y nieta del marinero  de gavia Jean Baptiste Alexander Lavandier que llegó en la flota del Comandante Leclerc.

Tuvieron 16 hijos y  hacia 1899 se mudan a San Pedro de Macorís.

Sus hijos son: Julio Bernardo, abogado y poeta; Ana Margarita,  Emelinda,, Olandta Arestina, Carlos Arnaldo, Lucía Cristina, maría francisca, Ledia Guillermina, Amada Enriqueta, Elba Colombina, Ramón Enrique, Dilia marietta, José AlejAndro Luis Alejandro, César Augusto y Mario Enrique.

Eduardo De Windt permanece en  Samaná  y mantiene un noviazgo de 8 años con Altagracia Lalane, joven perteneciente a una distinguida falilia de Samaná.

Era hija de Gustavo Lalane, miembro fundador de la Parroquia de Santa Barbará de Samaná.

Se casaron el 24 de diciembre de 1898 en la iglesia de Santa Barbara de Samaná.

Procrearon dos hijos: Juana Elisia nacida el 2 de octubre de 1898 y fallecida el 25 de febrero de 1992 en Santo Domingo y Gustavo Bernardo, nacido el 5 de diciembre de 1900 en Sabana de la Mar y muere el 22 de agosto de 1971.

Gustavo de Windt casó con Esther Silberberg Benoit (1898-1989) el 27 de diciembre de 1927, con quien procreó 7 hijos, todos nacidos en Samaná.

Ellos son: Yolanda Emilia Altagracia (1928); Eduardo Aarón( 1929); Luisa Eisia( 1933); Magnolia Antonia (1935);  Gustavo Bertran Franco (1937); Andrés Virgilio (1938) y Esther Cecilia (1941).

 

 

 

 

 

16- Contralmirante César de Windt Lavandier.

El 8 de junio de 1950  casa con Ana Mercedes Vidal García.

4- Los esposos Gustavo de Windt y Esther Silberberg Benoit.

17 Ana Cleofé Lavandier casa con Germán Enrique de Windt, padres del Contralmirante.

17- Contralmirante César de Windt Lavandier.

13- Rama Vargas de Windt.

14 Rama familia de San Pedro de Macorís.

15 Entierro de Germán Enrique de Windt padre del contralmirante en San Pedro de Macorís.

Entierro de German Enrique de Windt. San Pedro de Macorís, 1950.

10- Hipólito, Ursula, José y Jubert.

5- Bisabuelos- Eduardo de Windt y Altagracia  Lalane, padres de Gustavo de Windt.

17 -Gustavo de Windt.

11- Germán Enrique De Windt , hermano de Eduardo de Windt y padre del Contralmirante.

18- Samaná a principios de siglo.

16-Rama de Windt Lalane.

10- 9-1

8- Luisa y Rebeca de Windt.

7 Esther de Windt. Samaná 1923.( Contraportada texto.

19- Wilfredo Marcial Vargas de Windt y Magnolia Josefina.

20- Hijos de Eduardo de Windt. Juana Elisia de Windt Lalane y Gustavo de Windt Lalane.

3- Gustavo de Windt Lalane en Samaná.

2- Carta de reconocimiento al mérito extendido por la Casa Blanca de los Estados Unidos. Tiene la firma del presidente Harry Truman al Comandante César de Windt Lavandier.

 

 

 

 

 

 

 

Historia de familia

Familia  De Windt

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Por Graciela Azcárate

 

 

"No hay quien pueda con la gente marinera"

 

Cuando el pirata Francis Drake asaltó Riohacha, en el siglo XVI, la bisabuela de Ursula Iguarán se asustó tanto con el toque de rebato y el estampido de los cañones, que perdió el control de los nervios y se sentó en un fogón encendido. Las quemaduras la dejaron convertida en una esposa inútil para toda la vida. (...) su marido la llevó a vivir lejos del mar, en una ranchería de indios, en las estribaciones de la sierra, donde le construyó un dormitorio sin ventanas para que no tuvieran por donde entrar los piratas de sus pesadillas.

 

Cien años de soledad de Gabriel García Márquez.

 

Durante siglos, navegar por el mar de las Antillas y  el Mar Caribe fue  una invitación a la aventura, a las facilidades de botín y a conseguir una vida libre y dura, pero al margen de la ley.

Las  acciones de los bucaneros, en un principio en la isla de la Tortuga no tuvieron otro fin que vivir en una isla sin presiones de ley ni ordenanzas y fueron las persecuciones instauradas por la Corona española las que  decidieron  las acciones de piratería y filibusterismo.

Asaltar las naves españolas que traían los tesoros americanos y la trata negrera se convirtió en la actividad más lucrativa durante  los dos siglos siguientes al descubrimiento.

Jamaica, La Habana, Isla de Pinos, La Tortuga, Puerto Rico, Veracruz, Honduras, Puerto Príncipe,  Portobelo, Cartagena de Indias, Santo Domingo, Riohacha serán el escenario de las correrías de corsarios ingleses, holandeses, franceses y  más tarde de los criollos.

Los bucaneros surgieron en las islas y callos vecinos a Cuba, comercian desde sus inicios con aislados embarcaderos, contrabandean con algunos puertos y cuando no pueden los asaltan.

En muchas islas y cayos meridionales del Archipiélago, así como enclaves en el litoral proliferaron colonias bucaneras, cuando no filibusteras casi tan famosas como La Tortuga.

Crecieron las colonias bucaneras de Isla de Pinos, bahía de Cochinos, y Jagua.

En un principio el bucanero no tiene nada que ver con la leyenda de sangre y destrucción que andando los años se tejió en su entorno.

Era un desarraigado en busca de protección que vivía al margen de la ley.

Se hallan fuera de ella porque no se ajustan  a la norma que rige esos mares recién descubiertos y que estaban prohibidos para los que no habían nacido en tierras de Castilla.

Asolada Europa por guerras interminables, encendida la imaginación española por la promesa del oro americano, muchas de esas islas descubiertas por españoles quedaron olvidadas por inútiles y carentes de oro, y se convirtieron dada la rica naturaleza y lo feraz del suelo en un paraíso prometido en esta vida.

La barbacoa, el bucan  y la acción de asar y ahumar la carne según la tradición de los indios caribes, los definió con el nombre de bucaner.

Para el médico-cirujano holandés Esquemeling, quien dejó un libro escrito con el testimonio de esas costumbres, los  bucaneros sólo cazaban, aprovechaban las carnes, las ahumaban, salaban y traficaban con los cueros que después vendían.

Después, la política feudal española los convirtió de bucaneros perseguidos en filibusteros perseguidores.

Piratas sueltos, marinos desarraigados, desertores de toda laya, marinos de barcos apresados y enrolados a la fuerza, galeotes condenados fueron conformando  una vida donde la aventura era el signo de aquellos siglos y la anarquía el aire que respiraban.

El  principio de vida que regía fue: vida libre y botín fácil.

Cada barco filibustero, sin embargo en la hora del abordaje se disciplinaba y guardaba ciertas normas de ética y orden para distribuir el botín.

Tenían como suprema autoridad al capitán pero existía una autoridad administrativa   en manos del contramaestre a quien competían el mando en cuanto al abastecimiento, el reparto del botín, la disciplina y la aplicación de castigos personales.

Además del capitán y el contramaestre existía como cargos especiales,  los médicos-cirujanos como lo fue el holandés Esquemeling, el maestro del velámen, responsable de la navegación del barco, mientras el capitán lo era por el coraje, la audacia o la decisión.

Había también en los barcos filibusteros una orquesta de músicos y cuando en un abordaje intimaban a la rendición de algún barco, hacían sonar estrepitosamente  sus instrumentos musicales, sobre todo en el momento de lanzarse al abordaje de algún navío.

A la hora del combate, dejaban los instrumentos musicales y se convertían en activos  combatientes.

Dos siglos de románticas y salvajes incursiones corsarias fueron clausurados con la llegada del siglo XIX.

La navegación a vapor, el telégrafo por medio de cables submarinos, la progresiva celebridad de las comunicaciones y los transportes auguraron el fin de la aventura marítima.

Con los avances de la tecnología una época aureolada de valentía, arrojo y romanticismo fue quedando para rescoldo de ficciones literarias.

Como diría un poeta nicaragüense, "un héroe anda por mis venas" y así debe haber corrido de generación en generación la búsqueda de libertad, del paraíso reencontrado en una isla  y la música como telón de fondo.

Esta larga tradición marinera y musical explica los marinos y músicos  que reaparecen siglos después en la familia De Windt.

A través del tiempo y la memoria ancestral, el amor por el mar y la música se encarnan de forma manifiesta en dos integrantes de la familia.

El Contralmirante César Augusto De Windt Lavandier y su sobrino Julio De Windt Pichardo son parte de esas generaciones que a partir de 1810 y tendiendo un puente entre Curazao, Samaná y San Pedro de Macorís interpretan, definen y completan un fresco de la época, una sociedad, una tradición y porqué no un futuro.

César Augusto De Windt Lavandier nació en San Pedro de Macorís el 13 de noviembre de 1913.

Era hijo de Germán Enrique De Windt y Ana Cleofé Lavandier quienes hacia 1899 se trasladan de Samaná a San Pedro de Macorís.

De este matrimonio nacieron 16 hijos: Julio Bernardo, el primogénito que descolló como poeta y abogado  fue el padre del abogado y director de orquesta Julio De Windt Pichardo.

César Augusto De Windt Lavandier casó con la Dra. Ana Mercedes Vidal con la cual procreó cuatro hijos: César Alexis, Bertrand Oscar, Ana Margarita y Ricardo Osvaldo.

Hombre de mar, su vida ha sido dedicada a él y su largo hoja de servicio así lo prueba.

Contralmirante retirado de la Marina de Guerra, director del consorcio naviero Intergroup c. por A., Profesor de la Academia Naval de la Marina de Guerra, Profesor de la Academia Militar Batalla de Las Carreras; Presidente del Instituto Marítimo Dominicano Inc.

Ingresó como Alférez de Fragata  a la milicia ascendiendo por escalafón hasta el rango de Contralmirante, con el cual fue retirado.

Ocupó las posiciones de  Presidente de la Hermandad de Pensionados, Director del Departamento de Caza y Pesca de la Secretaría de Agricultura, Director del Servicio de Metereológico, Asesor Naval de la Presidencia de la Nación, Subsecretario de Interior y Policía, Fiscal del Primer Consejo de Guerra de la Marina, Jefe del Estado Mayor de la Marina de Guerra y Agregado Naval en la embajada de Londres.

Fue profesor de la escuela de oficiales en la base Las Calderas, en la escuela normal José Joaquín Pérez y de la Academia Antillana.

Condecorado con la Orden de Juan Pablo Duarte, la Orden de Cristóbal Colón;  las del Mérito Naval; del Mérito de Haití, de España; de O range de Holanda. Fue especialmente reconocido por sus méritos navales por el gobierno de los Estados Unidos en un documento con la firma del presidente Truman

Miembro de la Sociedad  Dominicana de Geografía, del Rotary Internacional, de la US Naval Institute y de la National Geographic Society.

Autor de los libros: "Etiqueta y cortesía militar"; "Submarinos alemanes en el Mar Caribe", "Historia de la Marina Dominicana"; "Usos y costumbres marineras", "La Segunda Guerra mundial".

En 1936, los marineros de la República española, recorrían el mar Mediterráneo y el Cantábrico interpretando esta copla que no tiene tiempo ni espacio y que bien puede explicar los rumbos de una familia antillana:

 

No hay quien pueda

no hay quien pueda

con la gente marinera.

marinera, luchadora

que defiende su bandera.

 

Si te quieres venir

con nosotros al mar

tendrás que combatir

tendrás que pelear.

 

No hay quien pueda

no hay quien pueda

con la gente marinera.

Marinera, luchadora

que defiende su bandera.

 

Mientras su tío, el Contralmirante Cesar Augusto de Windt libraba sus batallas contra el Eje, en San Pedro de Macorís nacía Julio de Windt Pichardo, el 26 de octubre de 1935. Hijo de Julio De Windt Lavandier y Mirtha Pichardo.

Casado con Edith Hernández, han procreado dos hijas: Karina y Juliana.

Director de la Orquesta Sinfónica Nacional hasta hace pocos días acompañó a la Orquesta en el festejo de sus sesenta años de fundación.

Paralela a la vida musical se desempeñó como abogado en su bufete de la Avenida Francia.

Fue profesor del Conservatorio Nacional de Música, profesor de la Escuela de Derecho de la Universidad Pedro Henríquez Ureña. Ha sido Director Huésped en los Estados Unidos de la Brockport Simphony Orchestra, en Carolina del Norte y la Filarmónica de La Florida; en Méjico dirigió la Filarmónica de la Universidad Autónoma de Méjico y fue director huésped de la Orquesta Sinfónica de Maracaibo.

Durante años fue el primer violín de la Orquesta Sinfónica Nacional de Santo Domingo.

Con un aire de "Hermanos de la Costa", con un arranque de cofradía del mar los de Windt levan anclas, barloventean en ensenadas diversas, carenan entre los márgenes de la vida, entre arboledas perdidas. Son el ancestro de antiguos bucaneros en busca de un paraíso perdido, son una estela en el mar  entre las verdes frondas del Caribe insular.

Evocar la vida de esta familia, recorrer  la memoria gráfica en viejas fotos desleídas de sol y mar,  augura escuchar un batir de velámen, el sonido de las jarcias. A lo lejos, en sordina flautas, címbalos y diversos instrumentos musicales le advierten que  ya viene el abordaje, mientras una brújula marinera y el sextante trazan la cuadrícula de un ancestro  curazoleño y en dos fotos centenarias queda frisada la memoria de una estirpe que lucha contra el olvido.